Han transcurrido 100 días del gobierno de De La Sota en su tercera época y
como era de imaginar, tiene serias dificultades para enderezar la herencia que
recibió de Juan Schiaretti, su antecesor
y responsable de darle continuidad a las gestiones de Unión por Córdoba.
Está a la vista lo frágil que fue la administración
del Contador Schiaretti: la obra pública, hoy paralizada, terminó siendo un
gran negocio privado; la ayuda de la
Nación, devino en un ancla que llevó al fondo del
endeudamiento a las cuentas provinciales; las escasas políticas sociales concluyeron
en demagogia, mientras que los vencimientos con los proveedores, pateados hasta
el cansancio, hoy llevan seis meses de atraso...
Los ejemplos sobran: la nueva Terminal de Ómnibus
de la ciudad capital hizo agua cien veces y sus contratistas ya cobraron; la Caja de Jubilaciones tiene un
rojo de mil trescientos millones de pesos aunque el ex gobernador Schiaretti
haya acordado con el gobierno nacional,
y la licencia de las futuras madres alcanzó su punto final con un proyecto
oficialista enviado a la
Legislatura reemplazando para el sector privado el cuarto mes
de licencia por un subsidio de
seiscientos pesos, por única vez, para las embarazadas en situación de
vulnerabilidad;
Con orígenes distintos, del seudoprogresismo
peronista de Schiaretti y de la derecha del justicialismo el actual titular del
Ejecutivo, ambos han devenido en alfiles de un mismo tenor: el neoliberalismo
tardío. Los une la adicción por el sistema imperante, la defensa del uso del
poder en provecho propio y de los amigos, y la postergación de las soluciones
sinceras, reales y efectivas para las mayorías necesitadas dejando sobrevivir a
un Estado ausente que no da más.
Mientras, ha consumido 100 días esperando alguna
dádiva del Gobierno Nacional, fruto de la situación de quebranto que vive la
provincia luego de 12 años de gestión de UPC. Lejos de poder planificar de qué
modo los cordobeses vamos a salir de esta situación de endeudamiento, parece
que estamos contando los días que nos quedan de supervivencia. De la sota dice
que la Nación
le debe a córdoba 1900 millones y que no hay provincia que aguante esto. Santa
Fe le reclama 8000 millones a la
Nación y sin embargo, por más que confiesa sus dificultades,
no está al borde del quebranto ni endeudada como si lo está Córdoba. En
definitiva, como dijo un periodista hace días, de la Casa Rosada le dan
mucho cariño pero plata no.
Lo más acuciante es la imposibilidad de
satisfacer las demandas salariales, porque aunque los empleados públicos desde
su dirigencia “acuerden” con una pauta
anual raquítica, los docentes no bajaron sus abrazos exigiendo un mejor haber y
el sector de la salud mantiene la demanda de
una recomposición salarial, mejores condiciones de trabajo y el
reconocimiento de sus genuinos representantes.
A su vez, no se conoce un plan estratégico de inversiones para que EPEC
pueda salir de la situación de verdadero colapso en la que se encuentra y que
ha llevado a tener cortes de energia en vastas zonas de la provincia
prácticamente todas las semanas con el consiguiente perjuicio para los hogares,
comercios e industrias.
Como desatino complementario, el Faro sin mar
del Parque Sarmiento de la capital sigue siendo inútil de toda inutilidad y el
Parque de las Tejas, aún usado con agrado por los vecinos, mantiene abierto el
interrogante de por qué la ex Casa de Gobierno de todos los cordobeses no pudo
convertirse en un nuevo centro de salud, en una extensión de la Universidad o en aquel
destino loable que pudo adjudicarle el sentido común; esto agravado porque el
propio De la Sota
demuestra su incomodidad en la nueve sede gubernamental, onerosa, inconclusa y
con fallas de edificación.
Mientras, el gobernador parece más interesado en
cumplir con un viejo anhelo: ganar en la capital alterna, Río Cuarto, para lo
cual pone todo su empeño, y los dineros públicos, para que su “pollo”, Miguel
Minardi, logre ser competitivo, en una carrera que, por ahora, la corre desde lejos.
Eso sí,
con más habilidad que su antecesor, con picardía y sagacidad, De La Sota sigue haciendo alardes
políticos y con facilidad festivalera convoca a los riocuartenses, aunque luego
deba disculpar a la “mona” Jiménez por sus excesos.
Criticar a Unión por Córdoba, cuestionar a De la Sota, no es otra cosa que
leer la realidad y en esa lectura no se nos puede escapar advertir sobre el
resultado negativo que tendrá en las cuentas presupuestarias haber lanzado de
manera improvisada el Boleto Educativo –una sentida necesidad social acompañada
por la oposición-, su principal obsesión en gobierno y caballito de batalla en
campaña electoral.
A cien días de asumir De la Sota no corrige sus errores y
hoy se parece más a un novato atribulado que al experimentado gobernador de
nuestra provincia mediterránea.
Por Roberto Birri
Legislador Partido Socialista
Presidente Bloque Frente Cívico
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